sábado, 20 de febrero de 2010

Mi hermano mayor






ESPACIO DE CUENTOS...



Los invito a leer otro de mis cuentos.



Agradezco la participación en imágenes a Manuel ( mi sobrino) y Facundo ( mi hijo).







Mi hermano mayor.


Me fui caminado despacio, silbando y con las manos en los bolsillos del pantalón, como me gustaba.
El se quedó ahí sentado en el banco de la plaza que un rato antes yo había elegido. Ni me miró cuando me iba.
Mi recorrido comenzó por la calle Juramento, entré en la heladería de la esquina. Pedí un enorme helado de chocolate. Me senté tranquilo. Lo saboreé todo con muchas ganas. Me sentía feliz. Libre. Solo.
Salí del lugar silbando una de mis canciones preferidas. Caminé por la avenida Cabildo. Entré en un ciber, me puse a jugar.

Mi hermano era diez años mayor que yo. Tenía una discapacidad mental incurable, según oí desde chico. No había terapia, ni rehabilitación para su mal. Su mal que mis padres lo derivaron en mí. Yo era el “normal”, debía cuidarlo, sacarlo a pasear, protegerlo.
Mi cruz se me hacía muy pesada. Es que mis padres no entendían que yo sólo tenía catorce años, que tenía derecho a las salidas con mis amigos, con alguna chica. No, no lo entendían.
Se estaba haciendo de noche. Mis bolsillos ya no tenían monedas ni el billete que me había dado la abuela Irene. Debía regresar a casa, pero no podría hacerlo sin él.
Decidí no volver. Empecé a pedir monedas a la gente que transitaba por el lugar. Algunos me daban, otros me miraban con desprecio.
Me acerqué a un hombre que estaba sentado en la vereda justo enfrente del complejo de cines. Le pregunté si podía pasar la noche ahí. Me contestó que sí. El hombre tiró unos diarios y una manta blanca sobre el piso y me dijo que durmiera arriba de ellos.
Cerré mis ojos como nunca para entrar rápido en mi sueño. No quería despertar.
Apenas podía imaginar lo que habría pasado con él. Lo que estarían pensando mis padres. Sólo me preocupaba la abuela .Ella era la única que reparaba en mí.
Esa noche soñé mucho y largo.
Esa noche en la calle no estuvo nada mal.
Esa noche marcó mi vida.
Esa noche, por primera vez, supe lo que significaba la culpa.

Graciela Amalfi- 11-12-09

6 comentarios:

  1. Genial Grace! Ese es un cuentazo! Felicitaciones por la creatividad fotografica

    ResponderEliminar
  2. buenísimo graciela. Me encantan tus cuentos, realmente escribís muy bien. Me hubiese gustado un poco más largo, me quedo con las ganas de seguir leyendo...

    ResponderEliminar
  3. Ta bueno,dice Maru.La verdad es que tenés imaginación para lo no resuelto.Me gustò .Besos . Ricardo

    ResponderEliminar
  4. Excelente de nuevo, Graciela!!!
    Otras lectoras tienen razón: es demasiado corto, y nos quedamos con las ganas de leer más de aquellas palabras aladas que escapan de tus manos. ¡Dejá que vuelen otras!!!
    Graciela, Seño de 6to

    ResponderEliminar
  5. Coincidimos con la apreciación de Alaniz, y creemos que tiene la extensión justa.

    ResponderEliminar
  6. ME SENTI PARTE DEL CUENTO Y SI BIEN ES DURO LO QUE HIZO TU IMAGINACION NO FUE MAS QUE PLASMAR UNA DURA REALIDAD! TE FELICITO BOTI

    ResponderEliminar

Estadísticas