lunes, 7 de septiembre de 2009

Bruge

El nombre lo escuche de la boca de un francés que exquisitamente lo pronunciaba y me sedujo, cada vez que él lo decía más me atraía, más me gustaba.
Hablaba sobre la ciudad de Brujas en Bélgica y todo el tesoro cultural que hay allí desde tiempos inmemoriales; dijo que conocer esta ciudad era como estar en un cuento de hadas, retrocediendo al pasado, que es como la otra Venecia de Europa, por sus cientos de canales navegables y sus casas junto al agua. La literatura y los expertos en turismo la consideran una de las ciudades más románticas del mundo.
Una palabra tan sencilla que encierra tanto, mencionarla es a la vez dulce y fuerte por su significado en general (conocido por todos, y si no conocen pueden googlear Brujas en su navegador) y en particular. Pensé de inmediato en nosotras, ¿por qué no llamarnos así?
Dejemos salir a la bruja de nuestra alma, tengo la idea de ver a las brujas como creadoras, uniendo su energía para "hechizar" o modificar situaciones, personas (tanto sea benéfica como no) y desde el día en que decidimos seguir juntas en la amistad, hemos volcado en nuestros encuentros, en espacios placenteros, toda nuestra energía creadora, que nos motiva y nos nutre. Siento que esos encuentros brujeriles están llenos de potencia y de a poco nos van transformando en mejores personas.
AMA

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